La matanza. Vida y muerte en torno al cerdo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

El pasado puente de la Constitución mientras media España se encontraba indignada en los aeropuertos o acomodada en el cálido hogar debido al temporal, un buen porcentaje de conciudadanos de ese auténtico mundo rural se ocupaba de unas tareas más placenteras en la tradicional matanza del cerdo.

Antaño esta arraigada tradición suponía para la familia una forma de dispensarse alimento para todo el año y poder soportar los duros meses invernales de trabajo en el campo. A través del cerdo -virtuoso animal en ocasiones más estimado que los propios miembros de la familia- los sobrantes de la huerta , el grano y las bellotas...la materia vegetal era transformada en proteínas y grasas animales de gran poder calórico, saturadas o no, colesterol malo y bueno, pero indispensables para la realización de las duras faenas del campo.

Pero la matanza era todo un acontecimiento social en el que concurría la familia, vecinos y amigos; además de la colaboración en las tareas de pelado, despiece y escarna, confección de embutidos y demás viandas, también era un día de jolgorio en el que se conversaba, cotilleaba, comía y bebía, e incluso se cortejaba. Una jornada en la que además de fluir el agua caliente de la caldera para pelar los cerdos, lavar las tripas y fregar grasientos librillos y barreños, también corría el anís, el pacharán , la cerveza y el vino. El día del año en el que más alcohol se concentraba en la casa y más accesible resultaba para el intrépido zagal que a escondidas cogía la primera borrachera padre de dulce y traicionero aguardiente.

En nuestros días la matanza del cerdo se sigue manteniendo viva en el medio rural más por tradición que por necesidad. Simplemente porque se disponen de los medios, tiempo e interés en seguir conservando una tradicional actividad que proporciona unos alimentos de extraordinaria calidad, aunque el balance económico no resulte muy positivo.

O tal vez porque con ello rememoramos aquel día festivo que vivimos desde nuestra infancia cada año a medida que crecíamos y en el que mostrábamos nuestra destreza y valentía de adultos.Y, por qué no decirlo ,al igual que hicieron nuestros antepasados cazadores recolectores entorno a la "muerte" del venerado animal y la ceremonia de la comida que nos hunde en nuestra más lejana historia de los tiempos.

Decidme si la fotografía superior no os sugiere una manada de hambrientos lobos o grupo de primitivos humanos ávidos de carne en torno a una presa recién cazada.

3 COMENTARIOS:

  • Bibiano Montes

    Siento haber podido herir la sensibilidad de algún que otro navegante, todos mis respetos a vegetarianos, veganos...y musulmanes. Si os desagrada simplemente con cerrar el navegador os basta.

  • Antonio Manuel Jiménez Conejo

    Una entrada muy auténtica y divertida, Bibiano.

    Por cierto, a ver si nos pagan las excursiones de las setas y con ese dinero nos vamos a comer abundante carne (de cerdo o no).

  • Bibiano Montes

    ¡Hombree!, Antonio. Pues si me invitáis también me apuntaría a la comida y, ya puestos, pues mejor el cordero porque el cerdo lo tenemos más visto...jeje.

    Bueno y mañana ni se os ocurra,me declaro en huelga de consumo.

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