Embalse de Anchuricas ( Sierras de Segura, Santiago Pontones, Jaén) Septiembre 2012
De vuelta a la cotidiana rutina tras una semana de relax por
el monte alejado de la civilización y contaminación de Catetus urbanus y
completamente conectado a la naturaleza.
He pateado de nuevo
por el corazón de esa mi Oróspeda y he vuelto a caminar por sombríos y autóctonos
bosques, subir agrestes montañas y deambular por sus solitarias altiplanicies
hábitat de la pacífica oveja segureña, bajar majestuosos barrancos, cruzar ríos
y nadar por lagos (o embalses). Me he rencontrado con ese flora y fauna,
angostada, pálida, mustia y triste a estas alturas del mediterráneo año en las
soleados riscales de montaña, pero todavía verde, vigorosa y alegre en los
frescos barrancos y riachuelos.He vuelto a descansar panza arriba bajo la sombra de un pino laricio impregnado de los intensos aromas del bosque; escuchando el susurro del agua, la cercana melodía de un pajarillo, el lejano graznido de un cuervo o el agudo gañido del águila y, todo con la grata compañía de una juguetona ardilla, un inquieto arrendajo o una sigilosa familia de cabras. Exhausto he caído sobre la blanda hojarasca y el mullido suelo del pinar y me he dormido ensimismado por el parpadeo de las estrellas en el oscuro cielo de la noche flanqueado por la elegante danza de las copas de los árboles y tras la placentera lujuria de un generoso trago de vino en el paladar. Y rememorado sensaciones y vivencias de aquellas gentes y antepasados por esas tierras que se hunden en la más lejana historia de nuestros tiempos.
He vuelto a memorables lugares donde me he topado con
conocidos animales, vegetales, serranos pastores y sabios gañanes. Pero
también, una vez más, he “descubierto”
espectaculares rincones cargados de nueva flora, fauna y seres desconocidos
hasta ahora por mí.
Y así he vuelto a rencontrarme con la naturaleza, a cargar
las pilas y llenar de armonía el espíritu, alma y cuerpo. Porque como dijera el
inquieto ecólogo Edward Wilson después de patearse toda Norteamérica con su
vieja tartana de coche observando hormigas: la naturaleza cuanto más se conoce
más se respeta y se ama.