Nuestro viaje a la Mancha Húmeda durante el pasado puente de la Constitución resultó más pasado por agua de lo previsto. Entre intensos chaparrones y breves escampadas fueron pasando las horas y los días, que afortunadamente dieron para sacar la cámara y demás artilugios al sol; pero también para hacer vida social en ese gran universo que es el bar de cada pueblo que visitábamos y de esa forma sumergirnos aunque sea fugazmente en la vida pueblerina autóctona de la ancha Castillla La Mancha. Un microcosmos rural, que bajo la aparente tranquilidad y monotonía, cada uno de ellos esconde todo un mundo repleto de "personajes", vivencias, historias, problemas y desesperaciones.
Desde el habitáculo de nuestro vehículo también pude ser consciente de la cantidad de polvo acumulada en su interior y la necesidad de pasar la aspiradora en un futuro no muy lejano.
Allí, bajo el sonido de la lluvia golpeando las chapas y cristales empañados de mi pequeño " peuyot",protegidos e inmersos en el húmedo calorcillo y el vaho, la sensual morenaza de definidas curvas que tenía a mi lado; toda ella muy sugestiva y a "plena carga" se me insinuó.
La pasión se desató y dimos rienda suelta a los deseos y a nuestra desbordante imaginación, y por fín, destapándola por completo y agarrándola delicadamente me atreví a enfocar y disparar con mi querida Canon EOS -450 a través del interior del parabrisas de mi coche.
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